Cómo Ministrar a las Personas Que No Te Quieren | WomenLeaders.com
Cómo Ministrar a las Personas que No Les gustas
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Siempre he estado comprometido a obedecer el llamado de Dios, no importa qué. Estaba comprometida cuando fui ordenada y liberada para plantar una iglesia en una comunidad que no aprobaba a las mujeres en el ministerio. Me internaron cuando alguien realmente amenazó mi vida si continuaba con la planta de la iglesia. Estaba comprometida cuando Johnnie, mi esposo, mi mayor partidario y mi mejor amigo, murió de un ataque cardíaco masivo 30 días después del primer servicio de nuestra planta de la iglesia. No tengo ninguna duda de que Dios me llamó a pastor de todos modos. Cuando obedecemos el llamado de Dios en nuestras vidas, el camino no siempre será fácil.
La planta de la iglesia no estaba todo cuesta arriba, sin embargo. Pasaron muchas cosas buenas. La iglesia creció con nuevos conversos, y mi corazón se regocijó al ver a personas que nunca habían estado en la iglesia, que no tenían una Biblia, dar sus vidas a Jesús. Hombres y mujeres, solteros y parejas, y niños de todas las edades se unieron a la iglesia. Aunque la iglesia era pequeña, el ambiente era vibrante. Los miembros estaban creciendo espiritualmente a pasos agigantados. En 18 meses, pudimos levantar un edificio de iglesia.
El liderazgo de la iglesia y yo trabajamos duro para asegurarnos de que la iglesia estuviera sana. La piedra angular era la oración. Se formaron pequeños grupos para todos: hombres, mujeres, niños, solteros y parejas. La cohesión, la interacción y la creación de redes tuvieron lugar. Los miembros se visitaban en la enfermedad, lloraban entre sí en el dolor, y celebraban las victorias de los demás. Nos convertimos en una familia.
Me movía tan rápido y estaba tan emocionado por lo que Dios estaba haciendo en la vida de su pueblo que me tomó un tiempo darme cuenta de que algunos de los miembros estaban infelices. Cuando me di cuenta de que no estaban contentos conmigo, la sorpresa, la ira, el dolor, la duda y el desaliento me alcanzaron. Solo había unas pocas personas infelices, pero hicieron saber su descontento a todos los miembros. Peor aún, mucho de lo que decían de mí era completamente falso. Me golpearon desde el lado ciego, y no sabía qué hacer.
Lecciones valiosas
Pastoreé esa iglesia durante 20 años antes de retirarme recientemente. Durante ese tiempo, y después de cometer errores lamentables, aprendí a ministrar a personas que no me quieren, incluso a personas que tal vez nunca me quieran. El Espíritu Santo me dio poder para amar a los difíciles de amar. Las lecciones que aprendí en el camino pueden ayudarte si te encuentras en una situación similar.
1. Orar. Aprendí a estar en comunión con mi Padre celestial primero antes de responder a las situaciones. Mi instinto era aclarar el asunto, abordar el asunto y confrontar a la persona primero y orar después. Pero esta no era la práctica más eficaz. Una vez que he llorado, desahogado, suplicado y vaciado todas mis emociones ante Dios, puedo sentir su guía y ver la situación mucho más claramente.